Un libro y un café…
Aquel día 5 de febrero, estaba yo sentada allí, en esa pequeña fuente, pensando si era verdad lo que había sucedido.
Hacía frío, un frío aterrador, por eso decidí irme a casa e intentar dejar de pensar un poco en todo. Me subí al autobús, me puse los cascos, sonaba una canción muy bonita, pero a la vez muy triste, decidí cambiar y poner algo que no me recordara a esa persona, extremoduro sonaba ahora.
Llegué, me puse el pijama me preparé un café y me tiré en el sofá a ver la televisión, pero no echaban nada que me interesara, todo era amor y más amor. La apagué, me preparé otro café era lo que más me apetecía en esos momentos, café y sofá.
No podía creer que esa discusión había sido cierta, y que aquella relación de tanto tiempo terminó así…

Sé que todo lo que dijo, lo hizo solamente para hacerme daño, que no sentía lo que decía, que todavía me amaba. O por lo menos esa era mi esperanza.
Jose, ese era su nombre. Un nombre que yo no podía sacarme de la cabeza y mucho menos, de mi corazón.
El día 8 de febrero llamaron a la puerta, era él. Con un ramo de rosas rojas en la mano. Pidiéndome mil y una disculpas. Yo le miré a los ojos y, con una simple mirada, solo una, sabía que no tenía más que decir, que era el amor de mi vida y le quería siempre a mi lado.
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